El otro día escuchaba en una tienda una conversación de lo más recurrente. El diálogo comenzaba con aquello de que los niños hoy en día no aprenden nada interesante en la escuela. En aquella conversación se recordaban los tiempos en que los alumnos sabían recitar de memoria la lista de los reyes Godos o todos y cada uno de los ríos de nuestro país.
Yo me preguntaba inmerso en aquella conversación, en la que no participé, cuántos de los que hablaban recordarían al menos dos reyes Godos de aquella interminable lista. Sin embargo aquellas personas que recordaban con cariño aquellos tiempos, de los que también hay muchas cosas que aprender (dicho sea de paso), hoy en día son auténticos inmigrantes digitales que recurren con admiración a los pequeños nativos digitales en forma de nietos, hijos o sobrinos. Estos inmigrantes digitales ven a los pequeños nativos programar el video o acceder a internet con la misma admiración que tendrían los pequeños al escuchar de boca de sus mayores la lista de los reyes Godos.
La clave no está tanto en reaccionar hacia el pasado o el presente sino en ser audaces y descubrir qué necesitamos para formar personas que puedan desenvolverse en la sociedad actual. La preocupación de nuestro fundador San José de Calasanz siempre fue dar a sus alumnos las herramientas necesarias para poder desenvolverse en la sociedad de hace cuatrocientos años, y para eso era fundamental la escritura, la lectura y los conocimientos básicos de las matemáticas. Hoy en día esas herramientas básicas son el ordenador, el iPad y toda la familia digital. Sin embargo, aunque llegados a este punto pueda parecer que mi reflexión es un alegato a las nuevas tecnologías, considero que hay otros valores fundamentales que no debemos olvidar de forma determinante y que podemos aprender de los inmigrantes digitales.
Los nativos digitales están acostumbrándose a la inmediatez, a encontrar respuestas de forma rápida pero poco trabajadas. “San Google” es la piedra de toque para iniciar, desarrollar y acabar cualquier trabajo. ¿Dónde han quedado aquellas visitas a la Biblioteca, toda una tarde, para poder extractar de la enciclopedia una idea básica para un trabajo? Aquello ha quedado lejos, pero hoy en día está bien cerca el que los trabajos se conviertan en un “ctrl-c” “ctrl-v” alocado sin reflexión ni juicio crítico. Así pues nativos e inmigrantes deben aprender a trabajar no desde una enciclopedia sino desde una ventana a la nube.
Otro de los rasgos de los nativos digitales es una baja necesidad de planificar las cosas con mucho tiempo y antelación. Los inmigrantes digitales quedaban semanas antes para una cena, o días antes para un partido de fútbol, mientras que los nativos digitales en un “click” convocan y desconvocan una manifestación masiva en el centro de una ciudad. Las redes sociales son una herramienta que debemos aprender a manejar y a sacarle partido.
Por último, y no porque ni hubiera más temas que poder referenciar, los inmigrantes digitales se tenían que preocupar de mirar por la mirilla de la puerta antes de abrir y de estar seguros al entrar en el portal de que nadie les seguía. Hoy en días los nativos digitales deben asegurarse de que nadie les mira por la mirilla que todos tenemos sobre las pantallas de nuestros ordenadores en forma de webcam o de que nadie sigue nuestros datos para apropiarse de lo que no es suyo.
Los nativos digitales son una realidad y no debemos dejar de acometer sus necesidades lejos de lamentos anacrónicos que no nos llevan más que a la desesperación por la brecha que abre una frontera siempre complicada de traspasar por unos y otros.